jueves, 17 de julio de 2014

Vacaciones (II)

Todo pintaba muy bien en el inicio de las vacaciones. La semana en Phuket había sido fantástica y aún nos quedaba un mes en Galicia. Muchos planes en mente, mucha gente que ver y muchos momentos que pasar con la familia. Sabemos que es difícil compensar un año en un mes, sobre todo para los abuelos que quieren pasar tiempo con Iago, y lo es todavía más cuando lo intentas compaginar con todo lo que llevas un año esperando para hacer, como persona y como pareja. Salir de vez en cuando a cenar, a tomar algo, ir al cine...esos pequeños caprichos que cuando eres padre expatriado raras veces puedes cumplir. Pero se intenta.
El problema fue que en la maleta, con la siempre necesaria ropa de invierno cuando vas a Galicia en junio, metimos las amígdalas de Iago, y tras un par de días preparándose, se decidieron a salir con toda su fuerza. Resultado: pediatra, antibióticos, otorrino, cirugía. Todo el mes desde ese momento se convirtió en una tensa espera hasta el día de la operación. Cambiamos un día en la playa por unos análisis, un concierto de Leiva el día de nuestro aniversario por una cita con el anistesista... Y todo ello tratando de evitar por todos los medios que Iago cogiese alguna cosa que le impidiese operarse el día previsto, porque teníamos el tiempo justo para operarlo y que se recuperase antes de volver para Hong Kong. 
Ese día llegó, y afortunadamente pudimos operarlo. Era una operación sencilla, lo sabíamos. Aún así, era anestesia general en un niño de 22 meses, y no en uno cualquiera, sino en el nuestro. Fue una hora y media de interminable espera entre el momento que salió de la habitación sentado en la cama de ruedas y abrazando a su peluche y el momento en el que lo subieron. Nunca vamos a olvidar la cara de miedo y desasosiego que trajo, como nos miraba sin entender nada, sin decir una palabra hasta un buen rato después, cuando abrió la boca para pedir agua.
Desde luego fue un mal trago, pero confíamos en que estos días de sufrimiento sirvan para que a partir de ahora las urgencias de los hospitales de Hong Kong no estén entre nuestros lugares más visitados, y para que Iago pueda por fin dormir y descansar bien, que falta le hace sobre todo ahora que va a empezar la guarde.


Pero no todo fueron malas cosas en este mes. La familia pudo disfrutar de Iago más que nunca (aunque seguro que no lo suficiente, nunca lo es) y estamos muy contentos de como reaccionó él ante gente a la que sólo había visto en persona un par de veces en Navidad, y a través de la pantalla del ordenador.
Nosotros a pesar de este y otros avatares, pudimos encontrar algunos de esos momentos que buscábamos, y disfrutar de los placeres que tiene nuestra tierra y a los que no tienes acceso durante el resto del año. Salir de tapas por la Barrera, tomar una Estrella en la terraza del Bitácora o a los pies de la playa de Veigue con amigos. Disfrutar del marisco y del churrasco con la familia o el simple placer de comer pan del de verdad y pasear por Mercadona o Carrefour viendo todo lo que no encuentras durante el año.

Y aún así, como siempre, el tiempo no llega a nada. Y esta vez, por todo lo contado y por alguna cosa más, todavía se hizo más corto. Desde aquí pedimos perdón a toda la gente que no pudimos ver y que nos hubiese gustado, o a nuestros amigos que se casaron y a cuyo lado no pudimos estar en su día.
Ahora, ya de vuelta en Hong Kong, toca iniciar un nuevo curso, una nueva temporada y un año que promete ser igual de apasionante, con retos personales y profesionales para todos, y que seguiremos compartiendo con vosotros, que nos leéis, para poder sentirnos todos un poquito más cerca.

























Vuelta al cole

Todo pasa y todo llega. Nunca esta frase tuvo tanto sentido como ahora. En España estáis todos ya en la última fase d...